Reflexiones y propuesta de soluciones a los efectos nocivos generados en el mercado del arrendamiento de vivienda habitual tras la aprobación de la Ley de Vivienda
Escribía hace algunos días sobre la cruda realidad de los efectos nocivos generados en el mercado del arrendamiento de vivienda habitual por la aprobación y aplicación de la Ley de Vivienda, 12/2023 de 24 de mayo, donde los principales paganos ante las dificultades de encontrar vivienda son las familias o los jóvenes…
Hoy quiero hacer un ejercicio orientado, no ya a los problemas generados, sino a revisar las distintas soluciones recogidas en diversos foros y artículos publicados en los últimos meses.
Podríamos hablar, en primer lugar, simplemente de la generación de suelo y de la simplificación de los procesos para su edificación.
Unido a ello, hablaríamos de la promoción de vivienda destinada al alquiler por el sector privado, que necesitaría de incentivos de distinto tipo, fiscales o urbanísticos, a cambio de ceder las viviendas en arrendamiento con precios “competitivos” que facilitasen la accesibilidad a sectores con mayores problemas. Solución, en cualquier caso, a medio o largo plazo.
Del mismo modo, mencionaríamos la promoción de viviendas por el propio sector público para destinarla al arrendamiento. De gran complejidad por las altas inversiones que exige, amén de las dificultades de impulsar este tipo de acciones políticas por las dificultades que acarrea la propia política. Solución igualmente de medio y largo plazo.
Lo primero es consolidar y fidelizar lo que ya tenemos, es decir, a los propietarios que ya están arrendando sus viviendas, pues la inseguridad jurídica existente está extendiendo la incertidumbre y el miedo entre ellos.
Otro foco de solución sería la generación de oferta mediante la creación de una línea de ayudas, incentivos y bonificaciones para la rehabilitación de viviendas que sean destinadas al alquiler de vivienda de larga estancia. Medida que podría generar resultados con mayor rapidez.
Podríamos hablar también de incentivar y atraer a los propietarios que ya disponen de viviendas susceptibles de ser arrendadas mediante la implantación de medidas fiscales y legales atractivas para que puedan sentirse interesadas en entrar en el mercado del arrendamiento, constituyendo una de las soluciones más rápidas al problema.
Podríamos hablar también de personas físicas que disponen de capital que podría invertirse en la adquisición de vivienda para ser arrendada, a los que habría que dotar de atractivos para que destinen su dinero al arrendamiento de vivienda.
También podríamos hablar de los fondos de inversión que, porque no, podrían ser también parte de la solución.
Podríamos hablar de tantos y tantos locales que han devenido en disfuncionales para las actuales necesidades del mercado o de aquellas oficinas donde crecen las telarañas y que podrían recalificarse con un cambio de uso que los convirtiera en viviendas, pudiendo ser otra parte de la solución habitacional, como solución a corto plazo.
No podemos estar pensando en una solución parcial, jugando órdagos continuos a la pequeña como los malos jugadores de mus, cargándolo todo en obligaciones a una de las partes que se convierte en un perdedor permanente
Son distintas opciones de atracción que pueden estar muy bien, pero no debería olvidarse que lo primero es consolidar y fidelizar lo que ya tenemos, es decir, a los propietarios que ya están arrendando sus viviendas, pues la inseguridad jurídica existente está extendiendo la incertidumbre y el miedo entre ellos, provocando un continuo goteo de salida del mercado del alquiler.
Soluciones complejas, sencillas, a corto, medio o largo plazo, pero de las que no habría que excluir ninguna si se quiere realmente encontrar la solución real al problema. El foco no es solo conseguir viviendas a precio asequible o limitando precios, pues la solución se encuentra en conseguir que exista una oferta amplia y necesariamente variada, en definitiva, en poner muchas más viviendas en oferta.
No podemos estar pensando en una solución parcial, jugando órdagos continuos a la pequeña como los malos jugadores de mus, cargándolo todo en obligaciones a una de las partes que se convierte en un perdedor permanente, pues ese no es un buen plan, tal y como se está demostrando.
Llegado a este punto, me surgen varias preguntas:
¿Por qué pensar en jugárnosla a la pequeña pensando en penalizar a los que realmente pueden ser la solución al problema, alejándolos aún más del foco de la solución en vez de pensar en generar atracción y trabajar en múltiples soluciones con objetivos orientados a ejercer de imán al propietario arrendador y a los propios inversores?
¿Por qué pensar y transmitir que hay malos y buenos cuando en la solución deben intervenir todos?
¿Por qué no ofrecer incentivos a los propietarios que decidan simplemente arrendar una vivienda en el mercado de la vivienda habitual?
¿Por qué no ampliar esos incentivos proporcionalmente y de forma realista si además la ofrecen a un precio reducido en más o en menos?
¿Por qué no mejorar la normativa para que el propietario pueda defender de una vez su derecho a recuperar su vivienda con agilidad si no se le abonan las rentas?
¿Por qué no establecer herramientas para defender simplemente la propiedad privada ante el fenómeno de la okupación?
¿Por qué no trabajar en mentalizar y mentalizarnos a todos que el inversor es necesario y que hay que protegerlo también, como hay que proteger a las abejas si queremos que se mantenga el equilibrio del ecosistema?
Desgraciadamente hay mucho que hacer, pero lo primero es cambiar el rumbo del barco porque si no, estaremos cada vez más lejos de la solución a este grave problema.
De verdad que urge dar pasos adecuados pues basta estar en el día a día en una inmobiliaria para ver la desesperación con la que se encuentran muchas familias y personas ante las actuales dificultades para encontrar simplemente un lugar donde vivir y no digamos ya si además se pretende que sea a un precio asequible….
No es normal que publiquemos una vivienda en alquiler en el mercado y tengamos cientos de demandas en unas pocas horas entre las que solamente va a haber un “afortunado” que se la quede. Esto no ha ocurrido antes, por lo menos en mis 40 años de experiencia, y ocurre casualmente algo más de un año después de la publicación de esta “gran” Ley de vivienda no es normal… ¿o sí?
Artículo original publicado en Noticias de Gipuzkoa.